Hallazgos del mapeo

Actualmente, la sociedad en Colombia sólo ofrece tres roles para la gran mayoría de personas mayores. Una persona mayor puede ser quien: a) brinda cuidado; b) recibe cuidado, y c) quien permanece en la adultez.

Cualquier rol de persona mayor que se identificó en el mapa cae en alguna de estas tres categorías y es de notar que la última opción no es realmente un rol de persona mayor, sino la negación de identificarse como persona mayor.

El rol de ser cuidado, es un rol que a su vez cuenta con una mirada que coincide con el 12% de las personas mayores, según el DANE, que presenta algún tipo de dependencia. El mapa muestra retos interesantes, en torno a la regulación del cuidado en Colombia, la valoración de los profesionales del cuidado, y la comprensión amplia en torno a la PM mayor y su cuidado, ya que la tendencia observada es a sobreproteger a las personas mayores, limitando sus capacidades y a ejercer un relacionamiento con ellas desde el déficit, lo que obstaculiza su participación activa en diferentes ámbitos familiares y extrafamiliares y limita su autonomía. Lo que está relacionado directamente con afectaciones en la salud mental y con el deterioro físico.

Las lógicas de relaciones verticales intergeneracionales impiden un relacionamiento horizontal. Las personas mayores son vistas como figuras lejanas y estáticas y se refuerza la idea de que no deben ni pueden cambiar, aprender, colaborar o incluso establecer una relación cercana y horizontal con personas de otras generaciones.

Esta mirada sesgada invisibiliza sus potencialidades y hace que la comprensión de los procesos de desarrollo humano en las últimas cuatro décadas de la vida sean hoy las menos comprendidas y sobre las que más se mantienen creencias populares sin fundamento, que generan emociones de indiferencia frente a esta población y en general, miedo al proceso de envejecimiento.

El cambio acelerado en los modos de vida y la inversión de la pirámide generacional, han impulsado cambios en las estructuras, roles y formas de relacionamiento.

La percepción negativa que la sociedad tiene sobre este grupo etario, genera segregación; dificulta la actualización de las habilidades de las personas mayores para gestionar situaciones cotidianas, para comprender los cambios vertiginosos en las lógicas de relacionamiento y para aprender de manera horizontal y colaborativa entre generaciones.

La estructura familiar ha sufrido cambios propiciados por: las nuevas formas de familia; la disminución de la tasa de natalidad (familias cada vez con menos hijos); la facilidad de movilidad; la necesidad de desplazamiento (forzoso); las facilidades de contacto virtual/telefónico. Afectan la red relacional de las personas mayores y la reducen, de modo que también ha conllevado a disminuir el ejercicio de los roles tradicionales de la persona mayor.